Entre tantos autos viejos, algunos grandes y otros chicos, muchos más o menos deportivos, a veces lujosos pero siempre interesantes, no podíamos resistirnos a la tentación del Ford A.
El Ford A es la felicidad del amante de los autos viejos: por el atractivo estético de su apariencia anticuada, barato para comprarlo, simple de reparar, fácil de encontrar repuestos, económico para mantener, ágil en el tránsito y veloz en la ruta.

La forma del Ford A es una verdadera belleza por su simplicidad funcional que alcanza para definirlo casi como un auto sport.



Encontramos un Ford A Roadster De Luxe 1931, que inmediatamente nos conquistó. Si con el Abarth Riviera teníamos el auto del ratón Mickey, con el roadster ’31 teníamos el auto del pato Donald, sólo faltaban los sobrinitos en el “rumble seat”. Inmediatamente lo pusimos en las manos de nuestro amigo Norberto “Coco “ Chiappe, para su restauración completa.

Nuestro Ford A en restauración
Quedó muy lindo y funcionó siempre muy bien.

Nuestro Ford A terminado frente a nuestra casa de la Calle Arias
